Alumno vs Docente
- Sebas Ilabarra
- 5 jul 2016
- 5 Min. de lectura

Quizás te enfrentaste a ese terrible momento de soportar a un docente irritante o intentar domar a un conjunto de fieras asesinas dispuestas a devorar tus nervios. Cualquiera sea el caso este artículo probablemente te de una mano.
Cuando el docente llega al aula por primera vez puede sentir la enorme ansiedad de no saber qué hacer con un grupo, es decir, con una diversidad de personalidades que actúan en distintas direcciones, con distintos objetivos, metas, sueños, inquietudes, problemas, etc. Es por esto que no podemos intentar que nuestros alumn@s marchen como soldaditos, por lo menos esto ya cambio hace varios años y algunos se resisten a los cambios propios de un mundo globalizado, rápidos y vertiginosos. A esto sumale que los padres , los tuyos, los mios y los de ellos también cambiaron.
Veamos algunas cosas que podes hacer vos como docente y vos ... fiera asesina bestia come nervios (alumn@). Aclaración: El término aplicado para los alumn@s… ¡va con onda! ;)
1. Normas claras
El docente establece normas claras, pero no una lista interminable de códigos que ni vos podes recordar ni cumplir. Simplemente poné como eje el respeto, el amor propio y al prójimo. Toda clase de violencia o falta de respeto debe ser sancionada con firmeza, pero ojo, tenés que perdonar, sino a vos no te van a dejar pasar una. No trates a los chic@s con palabras denigrantes como si fueran tus soldados.
Si nos toca ser alumn@s no pretendas provocar conflictos en la clase, primero porque el principal perjudicado sos vos (amor propio), segundo porque generas caos en el grupo y vas a hacer que los nervios del profe o la profe empiecen a dilatarse de tal manera que baje la calidad de su disertación. Vos perdés y todos pierden algo.
2. La brújula
No importa la materia que estés dando, estás al frente de la clase y tu deber es guiar al puerto correcto. Esto exige conocimiento y preparación, sino es prácticamente imposible tener éxito. Los alumn@s se dan cuenta si sos de l@s que improvisan, es así que la clase pierde interés y empieza a viajar con su mente por otros puertos del mundo, mucho más interesantes. No pretendas demasiado de un grupo que se baja del barco en botes salvavidas huyendo de un capitán que no maneja la brújula. Para trazar el camino la fiera marinera necesita saber a dónde va y por qué va a ese lugar, es la necesidad más normal del mundo.
Te propongo: desde el primer día transmití el objetivo de la materia, las unidades que la componen, un repaso general de lo que vas a tratar y para terminar de bajar la ansiedad de las masas convencelos de que llegar a ese puerto los hará ... libres o algo por el estilo. Usá la persuasión.
Si sos de los que no les gusta estar en la clase, no te gusta ir a la escuela, no te gusta como dirige el capitán o capitana, digámoslo más simple, no te gustan muchas cosas en el mundo de la educación, tomalo como un desafío que te sirve para ser un buen líder de tu propia vida en la que a base de conocimiento tenés que decidir todos los días para donde va tu vida ¿te parece?
Pregunta del millón: ¿Para qué me sirve esto?
Si bien cada conocimiento que adquirimos no siempre lo usamos en términos prácticos esto no quiere decir que no nos sirva. Cada cosa que asimilamos genera conexiones en nuestro cerebro que nos permiten asociar nuevas ideas, nuevas soluciones, nuevos conceptos y estos son fundamentales para desenvolvernos en el diario vivir. Así que cada cosa que aprendemos nos ayuda a ser más creativos, eso te diferencia de un robot.

3. La clase
Existen diversas formas de dar una clase y tenemos que adaptarnos a los métodos más apropiados, ya que ante la diversidad cultural, social y económica los docentes podemos trabajar en distintos escenarios o auditorios que requieren de nuestra mayor flexibilidad. Por ejemplo: podemos trabajar con alumnos de 13 a 15 años y enseñarles materias componiendo canciones o jugando en el patio, pero esto probablemente no resulte con los de 17 o 18 años.
Experiencia: Estuve dando clases a chicos de 13 a 15 años y me preocupé mucho por su desempeño en la materia. No veía resultados positivos y la pérdida de interés en la clase me alarmó. Entonces tuve que dejar los métodos tradicionales y un día pensé: “lo positivo es que tienen mucha energía, esa energía la puedo usar a favor de ellos para que adquieran los conocimientos. Les gusta jugar, divertirse, hay que hacer esto divertido”. Así que una mañana les pedí que sacaramos las sillas al patio, trabajamos en un gran grupo al aire libre, brisa fresca, yo en el medio y ellos expectantes. Luego les di una actividad para que aplicaran a una canción los conocimientos que les impartí. Se dividieron en grupos y la creatividad, los líderes y la adrenalina corrió por sus venas. Luego cada grupo cantó la canción y aprovechamos para ir corrigiendo los conceptos entre todos, al son de las risas.
Resultado: Aprobó el 90% de la clase contra el 50% que había aprobado la evaluación anterior. Es decir, en un grupo de 30 solo desaprobaron 3. ¡Felicidad pura!
Tu oratoria: la forma en que hablamos y nos paramos en la clase refleja nuestro ánimo, deseos y carencias. Autoexaminate, y pensá en cómo impartís el conocimiento.
¿Es un monólogo constante o hago preguntas para reflexionar?
¿Elevo demasiado la voz atacando los oídos de los nobles marineros?
Usá pausas, escuchá para que te escuchen.
Sonreí.
Problemas en el aula: No es necesario que maximicemos los problemas en el aula y tenemos que comprender que existe un orden para pasar los problemas. Es muy normal que tanto docentes como alumnos recurran inmediatamente a dirección ante el mínimo conflicto. Pensá capitán/a en transmitirles a los marineros el siguiente orden para solucionar problemas:
Primero intento resolverlo con quien tengo el problema y trato de no difamar a nadie, aunque tenga razones.
Si no puedo solucionar el problema recurro al docente.
Si vos capitán/a no podes dar solución transmitilo al preceptor.
El preceptor si no lo pudo solucionar pasará por distintas instancias hasta que en el último de los casos se llega a dirección.
Hay una mala costumbre generalizada de llevar los casos ante el juez supremo o jueza suprema prácticamente tomad@ como el faraón. No es necesario en la mayoría de los casos.
4. Los papis, mamis y tutores… o tutoras

En chile le dicen apoderad@s. La RAE dice de un apoderado, da: 1. adj. Dicho de una persona: Que tiene poderes de otra para representarla y proceder en su nombre. U. t. c. s.
Parece que este término se está transformando de tal manera que algunos apoderad@s ven a los educadores como enemigos de sus hij@s. No es una generalización, pero hablando con distintos colegas les sorprende como algunos papis o mamis llegan con los tapones de punta a la escuela para reclamar por sus hijos sin dar lugar a demasiadas explicaciones. El punto es el siguiente: si sos papá, mamá, apoderad@ pregúntate si el problema es el profe, el niñ@, los contenidos , el sistema de calificaciones, los métodos de estudio, etc. A partir de ahí no te apresures a sacar conclusiones y planteale al docente tu preocupación, con respeto y calma, tratando de llegar a un acuerdo.
Desde acá te felicito por preocuparte por tu pequeñ@ marinerit@, necesita de tu atención y tiempo de calidad que lo ayude a crecer fuerte en todo sentido.
Anécdota: un papá habló conmigo muy afligido por su hijo. Su pregunta fue: ¿Por qué desaprobó a mi hijo? Mi respuesta: gracias por preocuparse por la educación que está recibiendo su hijo, me gustaría mostrarle el registro de lo que realizamos en el trimestre, y como podrá ver su hijo se desaprobó solo. Respuesta del padre: pero mi hijo hizo todos los trabajos. Mi respuesta: es posible que yo esté confundido. ¿qué le parece si le pedimos la carpeta? Para su sorpresa su hijo se desaprobó solo.
Queda mucho en el tintero, escribime a serliderlatinoamerica@gmail.com y sigamos conversando.
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